La literatura sobre la historia de este perro, ciertamente rica e interesante, no llega a resolver completamente las dudas sobre sus orígenes. Los alemanes afirman que el Volpino italiano es una derivación de su Lulú de Pomerania, mientras los italianos reivindican la absoluta paternidad de esta raza que, por otra parte, ha sido criada con cuidado durante siglos en aquel país y que presenta testimonios realmente más antiguos que los de sus parientes alemanes. Durante el Renacimiento estaba bastante difundido en Florencia y Roma, hasta el punto de ser llamado comúnmente "perro de Florencia" o "perro del Quirinal". Sin embargo, tanta difusión fue gradualmente disminuyendo hasta llegar a la casi total extinción de la raza. Hoy, gracias a la pasión verdaderamente excepcional de algunos criadores, se está tratando de reconstruirla, recuperando raros ejemplares aún existentes y, con frecuencia, descuidados: un esfuerzo que debería no sólo ser seguido por más apasionados, sino que incluso debería ser fomentado.